Ya se acerca el final de curso, las esperadas notas finales ya rondan la cabeza de padres, alumnos y profesores. La palabra fracaso sobrevuela la comunidad educativa y también entre las familias. ¿Cómo podemos ayudar?
Lo primero que debemos saber es la casuística de ese fracaso. ¿De dónde viene? La génesis es muy variada.
-Malestar emocional debido a situaciones en el entorno familiar y social que crean en el pequeño una sensación de ahogonque afecte a su renidimiento académico. Estamos hablando de separaciones, pérdida de un ser querido, sobreprotección, acoso escolar...
-Problemas físicos y falta de sueño: rendimiento escolar afectado por problemas visuales o auditivo, trastornos del sueño, incorrecta alimentación...
-Dificultades de aprendizaje: la dislexia, la discalculia, el TDAH... son causas muy comunes y de ahí la importancia de detectarlas tempranamente.
-Baja autoestima: las malas notas hace que los niños se sientan menos competentes para alcanzar los objetivos mínimos exigidos.
-Ambiente sin estimulación: Es fundamental que los niños aprendan en un ambiente familiar y escolar que les estimule y para ello se necesita implicación familiar en todos los aspectos de su vida escolar y disfruten al máximo de esta etapa de aprendizaje.
-Dificultad de concentración:Para poder adquirir y construir nuevos conocimientos tenemos que trabajar la capacidad de atención.
-Causas pedagógicas: El desconocimiento de técnicas y habitos de estudio puede provocar un bajo rendimiento. Es fundamental enseñar a los niños diferentes métodos y técnicas de estudio que les ayuden a obtener mejores resultados.
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